Un crimen llamado educación
Hoy es domingo, día 10 de mayo del año 2020. El mundo se enfrenta a una pandemia mundial llamada “la pandemia del coronavirus”. Aunque también nos referimos a ella como la pandemia del COVID-19, la del SARS-CoV-19 o la de la neumonía de Wuham. Desperté sobre las 6:35 de la mañana y salté de la cama directo a mi ordenador personal. Lo encendí y seguí con mi curso gratuito sobre Machine Learning que comencé ya hace un mes. Mi curiosidad por aprender, junto a las ganas de mejorar en mi trabajo, me hicieron comenzar este nuevo proyecto personal. Nadie me obliga a hacerlo, nadie me impone un horario. Soy yo el que decide libremente querer aprender algo nuevo, algo que me apasiona y sobre lo que durante mucho tiempo he tenido curiosidad. Esa curiosidad que nos hace humanos, que es capaz de hacer que nos formulemos preguntas para las cuales quizá no haya respuesta, pero que hace que nuestro cerebro comience a trabajar y a cambiar su frecuencia. Yo fui parte de un sistema educativo obsoleto en mi época de estudiante. Ahora, soy parte de mi propio sistema educativo, el cual gira en torno a mi pasión y mi curiosidad por aprender.
Los cuatro objetivos fundamentales de la educación
Ken Robinson, en su libro titulado Escuelas creativas habla sobre los cuatro objetivos fundamentales de la educación, que son: personal, cultural, social y económico. Para él, algo que yo mismo comparto, la finalidad de la educación es capacitar a los alumnos para que comprendan el mundo que les rodea y conozcan sus talentos naturales con objeto de que puedan realizarse como individuos y convertirse en ciudadanos activos y compasivos.
El sistema educativo convencional
El sistema educativo actual fue creado hace unos 200 años para llevar gente a las fábricas durante la Primera Revolución Industrial (1760-1830). El proceso de industrialización necesitaba a muchos más trabajadores manuales que a graduados universitarios. Así pues, la educación de masas se construyó como una pirámide, con una base ancha compuesta por la enseñanza primaria obligatoria para todos, una franja más reducida de la secundaria y una estrecha cúspide de educación superior. Esta pirámide se creó para así satisfacer en gran parte la demanda de mano de obra que produjo la Revolución Industrial.
Antes de esta primera revolución industrial, el 80 % de las personas en el planeta eran agricultores. Con la llegada de este nuevo paradigma, las personas debían tener una formación para sacar adelante el nuevo tejido empresarial y el nuevo modelo económico. La intención era que la gente no pensara, o que lo hiciera lo menos posible. Pero, ante todo, que no se equivocaran porque el error estaba castigado en una fábrica.
Muchas veces, en este sistema educativo, lo que aprenden los niños es que el mundo es una selva donde funciona el “sálvese quien pueda”. Ésto hace que se preparen ciudadanos indiferentes ante injusticias sociales y éstos tampoco reclamarán para sí mismos la solidaridad de los demás. Por tanto, este sistema educativo convencional prepara individuos mucho más maleables, más manipulables y más aislados, con la sensación de que nadie hay ahí fuera va a solidarizarse con ellos.
La evolución hacia un nuevo sistema educativo 5.0
En los últimos cuarenta años, la población mundial se ha duplicado de tres mil millones de habitantes a más de siete mil millones. Del mismo modo, las nuevas tecnologías están transformando nuestra forma de trabajar, de jugar, de pensar, de sentir y de relacionarnos. Los viejos sistemas educativos no se crearon con este “nuevo mundo” en mente. En un periodo muy corto de tiempo estaremos entrando en la Quinta Revolución Industrial, lo que algunos autores denominan la Era de la Humanidad. Si el mundo está evolucionando de manera natural, ¿por qué no hacer lo mismo con la educación?
La teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner
La inteligencia no existe. En realidad, lo que hay son muchas inteligencias independientes. Es lo que Howard Gardner identificó y definió como la teoría de las inteligencias múltiples. Ésta idea es la que daría pie a la necesidad de una educación personalizada. Ocho tipos de inteligencia de las que cada persona es dueña. Todas las personas poseen estos tipos de inteligencia, aunque cada uno destaca más en unas que en otros, no siendo cada una de las ocho más importantes o valiosas que las demás. El ser capaces de dominar el mayor número de ellas nos ayudará para enfrentarnos a la vida. Sin embargo, la educación convencional actual se enfoca casi en su totalidad en la inteligencia linguïstica y lógico-matemática, insuficiente cuando el objetivo es el desarrollo óptimo de nuestro potencial individual.
¿Por qué tenemos que llamar inteligentes a aquellas personas que dominan las matemáticas o la lectura, y talentosos a aquellos que dominan el tono, la armonía o el timbre? Tal vez, el ansia de medirlo todo ha hecho que esto sea así. Este ansia de cuantificar al ser humano, le llevó el conocido IQ, o coeficiente intelectual, para poder medir la inteligencia. Pero, ¿qué inteligencia? En los años 1939 y 1949, Wechsler, crearía los test de inteligencia WAIS (Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos) y el WISC (Escala Wechsler de Inteligencia para niños), respectivamente. Wechsler rechazó el concepto de inteligencia global propuesto por Spearman, y dividió el concepto de inteligencia en dos áreas principales: área verbal y área de ejecución (no verbal). Una baja puntuación en este tipo de test de inteligencia tradicional, ampliamente aceptados en la comunidad mundial, nos puede condenar al fracaso. Debemos librarnos de este estigma social y alejarnos del modelo de competencia en las aulas a base de coeficientes, los cuales no miden realmente la capacidad y el potencial humano.
El sistema educativo actual: ¿beneficia o perjudica el desarrollo humano?
Teniendo en cuenta la inversión en educación, mi percepción es que no se ha realizado una inversión en el fondo sino en la forma de la misma. Los cambios educativos han sido más enfocados en el “cómo” enseñar que en el “qué”, “por qué” y “para qué” enseñar. Los principios de la Primera Revolución Industrial son eficaces para la fabricación de productos, pero pueden ocasionar numerosos problemas cuando se trata de la educación de las personas. Las personas no son todas iguales, ni tampoco lo son sus capacidades y formas de ser. Si cada ser humano es diferente, ¿por qué seguimos insistiendo en un sistema educativo estandarizado para educar a todos de la misma manera? Tal vez sea debido a que desde la Primera Revolución Industrial el objetivo ha sido tratar de mejorar los procesos en nuestras fábricas, hacerlos más eficientes, de eliminar errores y optimizar la maquinaria de la economía. Ideas que han sido establecidas en nuestras mentes desde hace ya 200 años y aplicadas al ser humano.
Tal vez sea hora de cambiar la perspectiva de lo general a lo particular. Ver que cada una de las piezas que forman parte de este mundo puede mejorarse de manera individual para que todo el conjunto funcione mejor. Es tiempo de ver que hay elementos que no son despreciables y que ellos pueden formar parte de la mejora colectiva. Estamos en la era de ofrecer productos personalizados a cada individuo, desde alimentos adecuados para nuestra salud hasta tarifas eléctricas que se adaptan a nuestra manera de vivir y a nuestros propios ritmos. Entonces, ¿por qué no ofrecer una educación personalizada y adaptada a cada ser humano y a sus pasiones?
Ser capaces de encender la bombilla en las aulas
Años y años en las aulas, viendo compañeros que no eran buenos en matemáticas, en lectura, en comprensión verbal, en artes, o en muchas otras materias. Y, ¿qué hacíamos? Pensábamos en ellos como apestados, como estudiantes de segunda o tercera categoría. Y todo ellos por la capacidad del ser humano de ser capaz de encasillar cualquier cosas debido a la idea preconcebida que hayamos creado en nuestra mente. Esta idea preconcebida es causa de un sistema global, montado de tal manera que consigue que un muy alto porcentaje de la población piense de la misma manera y tenga las mismas ideas. No sería más sencillo pensar que esos alumnos no se sentían desarrollados, ni se sentían motivados, sino que se sentían aburridos y desconectados. Esos alumnos perdieron su curiosidad en algún momento. Y sin curiosidad, no hay aprendizaje, no hay ganas, no hay motivación. Una bombilla tiene la capacidad y el potencial de brillar, de dar luz y de calentar. Pero si esa bombilla nunca la conectas a la red eléctrica, ni brillará, ni dará luz, ni calentará.
El sistema educativo no valora las pasiones de cada uno de nosotros. Es por ello que, cuando tu pasión no encaja dentro de las aulas, eres un engranaje que se deshecha y, automáticamente, pasas a un nivel inferior. La pasión es un motor, es lo que lleva a que el ser humano desarrolle su potencial, es lo que hace al diamante brillar.
Educación colaborativa y especializada
Singapur posee el sistema educativo número uno del mundo. Pero éste tiene una problemática muy seria: la competencia entre alumnos. Se hace competir a los alumnos de tal manera que el nivel de estrés de éstos es enorme. El estrés genera ansiedad, y la ansiedad impide pensar.En este país, la tasa de suicidio infantil y estrés escolar es muy alta. Es por ello que se han lanzado reformas paras tratar de reducir el estrés en las escuelas. Pero existe la otra cara de la moneda: Finlandia.
En Finlandia, se estimula una educación personalizada y colaborativa al mismo tiempo. Los niños no deben competir entre sí, sino verse como herramientas necesarias para mejorar el conjunto global. Un nuevo sistema educativo es parte, a su vez, de un engranaje mayor dentro de la sociedad, del mismo modo que existe un engranaje dentro de la propia familia. Para que un sistema sea óptimo, sus elementos deben estar alineado y ambos, a su vez, deben estar alineados con un engranaje superior que es el desarrollo de la sociedad.
¿Los maestros de un nuevo sistema educativo están preparados?
Actualmente, los profesores ya no se alimentan de los alumnos como antiguamente, ya que éstos no son ya alumnos motivados. Es por ello, que muchos profesionales de la docencia ya no se sienten suficientemente motivados para ejercer su profesión. Y este hecho es un problema ya que un profesor motivado tiene la gran capacidad de sembrar en sus alumnos un capital inconmensurable que les haga verse parte de la sociedad, como “piezas” de gran valor. Al igual que un arquitecto construye edificios, un profesor construye vida y personas que ya son parte de esta sociedad, pero que necesitan sentirse parte de ella. La pregunta es cómo será el profesor del nuevo sistema educativo y cómo ayudará a los alumnos.
En primer lugar, el profesor no estará en otro escalón respecto al alumno. Me explico, ambos buscarán un bien común y el alumno, sintiendo mayor libertad, podrá acceder al profesor sin ningún muro que los separe. En otras palabras, el alumno sentirá al profesor como parte de él. De este modo, los profesores se convertirán en guías. Los maestros sabrán algo de los estudiantes, los estudiantes sabrán algo de sí mismos y los padres sabrán algo de sí mismos a su vez. Y todos, en equipo, trabajarán de manera conjunta para decidir cuál es la mejor manera de aprender para una persona. No hay ninguna razón para que todos aprendamos de la misma manera.
Los maestros deben dejar de creer que ellos son la fuente de toda sabiduría y conocimiento. Los estudiantes quieren hacer suyo el estudio, y los profesores ayudarán a los alumnos a reconocer sus tipos principales de inteligencia, sin olvidar estimularles en todo momento. El nuevo paradigma es que el alumno el responsable de su propia educación, y el profesor sirve de guía y apoyo para encontrar el mejor camino para su desarrollo y para relacionarse con los demás de un modo colaborativo, en equipo, en red, incluso a través de las redes sociales. El alumno debe ser capaz de usar todos los recursos, desde su propia inteligencia hasta los recursos que ofrece el mundo digital, y el profesor tendrá que ser capaz de ayudarle en esta tarea.
La nueva educación en busca de la felicidad
Primero, el ser. Segundo, el saber. Tercero el tener. Esa es la manera de educar en sintonía con el cerebro. Un niño feliz, un adolescente feliz o un adulto feliz, es un estado necesario para la auto-realización del individuo y les ayudará a convertirse en ciudadanos activos y compasivos. En mi opinión, es más importante tu coeficiente de inteligencia emocional que tu coeficiente de inteligencia. Dentro de cada uno de nosotros hay una dualidad, dos fuerzas antagónicas que son el amor (ser) y el miedo (ego), y que luchan por ocupar un lugar destacado en nuestro corazón. Solo una de ellas es real, mientras que la otra es completamente ilusioria. En mi opinión, la nueva educación dejará que salga lo de dentro, el verdadero “ser” de un ser humano, su “esencia, su “yo verdadero”. Ahí es donde reside la felicidad, la paz interior y el amor.
Para finalizar, me gustaría citar a Aristóteles, el cual un día se atrevió a predecir el futuro:
Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto.
Preparemos las nuevas semillas para la vida, en su aspecto más profundo. No olvidemos que el cerebro está hecho para aprender.